Guías para narradores
La importancia del desarrollo en los PNJs
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11 meses agoon
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Víctor MuñozUna de las partes más importantes de cualquier juego de rol es su narrativa. Junto con sus mecánicas, son los dos pilares fundamentales que lo mantienen unido. Un juego de rol sin narrativa es poco más que una partida de parchís o un mal juego de decisiones en el que machacas constantemente el botón de “skip”. Por el contrario, un juego de rol sin mecánicas no deja de ser una obra de teatro en la que un grupo de personas se pelea por ser el director.
En este artículo nos centraremos en la parte común a todo juego de rol: su narrativa. Trataremos de brindar algunas breves pinceladas de guía sobre el desarrollo de personajes no jugadores (PNJ) y cómo ello puede ayudar a crear una experiencia inolvidable para todos en la mesa. Sin más preámbulo, comenzamos:
1. La base de todo personaje: su historia.
¿Cuál es la diferencia entre la tabernera del último pueblo y Molly, la tabernera? Aparte del nombre, la diferencia principal es lo que hay detrás del personaje. Su historia. Nadie recordará a un tabernero genérico que no aporta nada más allá que cama y comida, sin embargo, todos se acordarán de esa tabernera bajita que retaba a todos los clientes a concursos de bebida y demostraciones de fuerza en el ring improvisado que tiene su local.
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Un buen trasfondo para un personaje no solo lo transforma en algo más, sino que lo dota de una voz propia, unas motivaciones, un carácter, … En definitiva, de vida. Dejan de ser notas en un papel para transformarse en algo más, podríamos decir que es algo así como una evolución de personaje a persona, de un simple adorno secundario a un protagonista de su propio entorno. Tenemos que recordar que, a pesar de que, para los jugadores, todo PNJ es secundario en su historia, para cada PNJ, los jugadores son los secundarios. O lo que es lo mismo, cada PNJ tiene su propia vida, aspiraciones, forma de ser, sueños y esperanzas, y los jugadores simplemente son algo externo que pasa por su vida y les generan ciertos cambios; ya sean de poca importancia (simples clientes en un establecimiento) o de gran calibre (quienes libraron a su pueblo del yugo del tirano de turno).
Una buena historia agrega profundidad no solo a los personajes, también se la añade al mundo en el que viven y, en esencia, a la narrativa que tiene lugar en él. Tanto jugadores como narradores se benefician mutuamente al desarrollar algo interesante. Una buena trama les aporta a los jugadores momentos inolvidables con los PNJs y una oportunidad de vivir una aventura única que les haga integrarse aún más en la historia que se desenvuelve alrededor de sus personajes.
Dicho todo esto, hay que tener una cosa muy importante en cuenta: ¿Es necesario que todos y cada uno de los PNJs tengan historia y características únicas?
La respuesta es NO. Una parte muy relevante a la hora de crear trama es saber qué personajes van a ser dignos de tener un trasfondo relevante y definido o bien simplemente un arquetipo base. Por supuesto que, en un caso ideal, todos y cada uno de los personajes que aparecen en una trama tendrían que estar definidos, pero siendo totalmente sinceros y prácticos, ¿vosotros os acordáis de todas y cada una de las personas que se han cruzado en vuestra vida? En mi caso no podría, aunque quisiera. Esto mismo pasa en una partida de rol, los personajes no van a recordar a la mitad de los que se encuentren en su camino. A lo que hay que unir, el trabajo perdido que supondría toda esa caracterización para luego quedar enterrada en el olvido.
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En un caso más realista, si pensamos en una partida de rol como en una obra de teatro, todos los actores (jugadores, PNJs, …) tienen un papel que interpretar, pero mientras que unos tienen simplemente una línea de diálogo, otros tienen cincuenta páginas de guion. Hay que saber qué personaje se merece un mejor vestuario y cuál no. En palabras más roleras: No pierdas el tiempo creando al vendedor de pociones más peculiar del universo si simplemente va a ser relevante a la hora de comprar tres pociones genéricas en un pueblo genérico en mitad de una aventura genérica. Está bien que le des un poco de caracterización, pero no es necesario que te esfuerces mucho en profundizar si nunca más se le va a volver a ver. Por el contrario, si resulta que este vendedor es importante, ya sea porque es el malo de la historia disfrazado de anciana inofensiva que vende pociones de resurrección con olor a manzana para “ayudar” a nuestros valerosos héroes, o bien simplemente quieres despistar a los jugadores para hacerles pensar que hay algo malo con ella y distraerlos de lo que en realidad importa. Sí que es muy importante tener preparada una buena historia para ese PNJ y una buena caracterización. Así los jugadores podrán desenmascarar rápido al villano y frustrar sus planes, o perder totalmente la oportunidad de hacerlo mientras éste se ríe de ellos a la vez que los observa.
2. Arquetipos de personaje.
Todos conocemos la típica historia del “Héroe elegido que salvará el mundo”; muchos de los videojuegos de hoy en día se basan en esa premisa. Esta trama nos habla de alguien, normalmente con inicios humildes, que tras una serie de eventos y transformaciones personales, acaba envuelto en una epopeya digna de cantares de juglares y libros de historia. También tenemos arquetipos menos épicos, pero igualmente válidos: el juez implacable, el guerrero solitario, el tabernero, el comerciante, …
Un arquetipo no deja de ser una herramienta básica que define algunos aspectos de un personaje, tales como sus habilidades, su oficio, algún dato de su vida personal, etc. Nos proporciona la estructura sobre la que se fundamentará un personaje y cómo afrontará éste su conexión con el mundo que le rodea. No es lo mismo un bandido que un cortabolsas de ciudad. Aunque esencialmente ambos sean ladrones, un bandido tendrá conocimientos de la montaña, carretera o camino en los que realiza sus asaltos y poseerá habilidades de supervivencia relacionadas con ellos; mientras que el cortabolsas tendrá memorizados los patrones de la guardia, los barrios chungos y quiénes son los nobles locales.
Seleccionar un arquetipo es un paso indispensable a la hora de crear un PNJ, ya que puede darte por completo las características de un personaje (tabernero genérico, por ejemplo) o servirte de base para desarrollar por completo el NPC (Nuestra querida Molly la tabernera).
3. Desarrollo del trasfondo.
Una vez establecida la base, es el momento de desarrollarla. Es crucial mantener un equilibrio en los elementos que incorporaremos a los cimientos del personaje para que se desarrolle de manera creíble.
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La idea es crear algo que tenga alguna relación con la trama que se va a desarrollar. No es necesario que esté diseñado exclusivamente para la trama, ya que podría resultar aburrido de interpretar, pero tampoco debería ser algo completamente opuesto. Por ejemplo, en una trama centrada en intrigas políticas en una ciudad de montaña, tener un parlamento en el que todos dicen “Arg” y llevan gaviotas en el hombro resultaría disonante. Sí, podría buscarse una explicación, pero a menos que la trama gire en torno a ello, termina siendo algo agotador de dirigir y jugar.
Es crucial que el trasfondo de un personaje sea disfrutable y coherente. Por muy divertido que sea, si no tiene sentido, acabará sintiéndose fuera de lugar e inapropiado. Y por muy convincente que sea, si no es disfrutable, todos en la mesa podrían llegar a aborrecerlo.
Este delicado equilibrio es lo que hace que un personaje se sienta vivo, contribuyendo no solo a la experiencia de toda la mesa sino también construyendo un ambiente muy positivo que fomenta el crecimiento personal entre los jugadores y el narrador. Esto, a su vez, alimenta el incentivo por crear cosas cada vez mejores para traer a la mesa.
4. Crecimiento de los personajes.
Aunque no sea un tema comúnmente abordado al hablar de PNJs, a veces es crucial tenerlo en cuenta. A medida que los PJs avanzan por el mundo, derrocando tiranos o dejando estragos a su paso (a menudo ambas cosas e incluso simultáneamente), todos los PNJs de alrededor se ven afectados. Ya sea de manera positiva o negativa, por ejemplo: Molly, nuestra tabernera de confianza que siempre nos sacaba unas risas, ha perdido a su hijo en medio de las revueltas causadas por el levantamiento rebelde contra el tirano que gobernaba la región. Tal vez los PJs sean héroes para todos, pero no para la madre de uno de los guardias de palacio asesinados durante la infiltración. Para ella, posiblemente, serán monstruos sin corazón.
Llevar a cabo este ejercicio es una herramienta que nos permite profundizar en el juego y fomentar un sentimiento de conexión con la trama. Es algo que nos hace sentir la vida de los personajes, eso que los hace más humanos, más reales; no simplemente notas en un papel. Y aunque esto no sea necesario en la mayoría de los casos en los que los personajes sean genéricos, cuando estamos tratando con PNJs importantes en la trama, ese crecimiento, esa evolución, es un buen elemento narrativo que añade un gran valor a la experiencia de los jugadores.
5. Muerte de un personaje.
Es importante destacar que, a pesar de no formar parte del trasfondo de un personaje, la muerte es un elemento fundamental para el cierre de su historia. Y hay que recordar que, en un juego de rol, nunca es el final. O lo que es lo mismo, todas las acciones que ha llevado a cabo ese personaje, la gente a la que ha conocido, las cosas que ha creado; pervivirán incluso cuando ya no esté.
Aunque haya juegos que permitan de alguna forma devolverlo a la vida, no hay que tenerle miedo a la muerte del mismo. Sus muertes también son parte fundamental de su historia. Tanto si son buscadas como si son accidentales.
No hay nada más épico que un héroe que se sacrifica para vencer al villano. O aquel señor tan patoso que se lanzó un explosivo a los pies y fue el primero de su raza en visitar la luna sin cohete. Ambos serán recordados por todos en la mesa.
A veces no queremos que los personajes se mueran, pero todo tiene fin y no nos ha de dar miedo que llegue. Todo final es un nuevo comienzo y, como tal, una nueva oportunidad de crear algo inolvidable.
6. Colaboración en la creación.
A la hora de crear una historia para un personaje, no debemos olvidar que este trabajo tiene cierto peso colaborativo en la mesa. En otras palabras, esta historia acabará por entrelazarse con las de los demás PNJs, PJs e incluso con la propia trama del mundo.
No hay que tener miedo a compartir tu historia con los demás. Piensa que todos tenemos algunas sensibilidades y reparos frente a ciertos temas que pueden resultar incómodos en la mesa. Por ello, es importante comentar dónde están los límites a la hora de crear historias, tanto la de los PNJs como la de la trama en sí. Recuerda la regla de oro del rol: si no se disfruta, se cambia. No hay que temer equivocarse o “hacer el ridículo”; nadie nace sabiendo y de todo se aprende. Y, por supuesto, nunca dejes de disfrutar de la experiencia.
Por lo tanto, para que una historia se considere “buena”, es esencial tener en cuenta la naturaleza misma de los juegos de rol y en cómo se juega a estos en grupo. Al final del día, cuando te levantas de la mesa, has conocido a nuevas personas con las que puedes trabar amistad o has afianzado aún más las relaciones que tenías con tus colegas. Las batallas gloriosas que has disputado se convierten en anécdotas, temas de conversación y, finalmente, buenos recuerdos.
En conclusión, aunque los PNJs no suelen ser el centro de una partida de rol, son tan importantes como los propios jugadores, ya que sin ninguna de estas dos partes, la historia no se podría desarrollar. Añaden profundidad, motivación y compromiso a los jugadores y a la partida. Crear historias interesantes hace que el juego sea interesante y, en consecuencia, más disfrutable la experiencia.